jueves, 4 de noviembre de 2010

Las sirenas siempre cantan en las calles estrechas

Ellos siguen tirando las botellas de cerveza vacías al río que no se queja, yo tampoco y soy la voz del río, pero soy un cobarde, y de mi cobardía nace la violencia, de querer remostarlos a todos hasta que quepan por el agujero de la botella, meterlos dentro triturados, ponerle el tapón a la botella y lanzarla al río para que viajen putrefactos a través de su mundo putrefacto.

Ella es callada
Sus labios solo se abren para encajar la boquilla de su cigarrillo
Mueve la cabeza muy despacio
Tienen una cicatriz en la muñeca izquierda de cuando mató a su padre de un golpe tan fuerte que sus huesos reventarón junto a los del cráneo de su padre.
Ahora sonríe
Ha cogido un cuaderno donde hace los deberes, aprende español en una ciudad con río navegable.

Ella tiene el culo como medias sandías temblantes

La gorda fea pasea con seis litros de cerveza en los brazos
Que se los beberá junto a sus amigos compatriotas y cuando crezcan crearán nuevas leyes para poder pasear con litros de cervezas por las calles de su ciudad.

Voy a cruzar el puente
Creo que regresaré
Ayer casi no lo hago
Las sirenas siempre cantan en las calles estrechas.

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