jueves, 18 de noviembre de 2010

quizás suena pedante


Jodidas y deliciosas variaciones Goldberg

Odio a muerte a quien las toca

Por envidia

Como me gustaría en la soledad de una sala de dimensiones gigantescas

Deleitarme interpretando esa partitura una y otra vez

Con el eco natural que me ofreciera el vacío y la madera de suelos y techos

Las variaciones Golberg

Del maldito

Maldito por envidia

Bach

Si no hubiera existido Bach

Que hubiera sido de nosotros y nosotras

quizás no hubiera pasado nada

pero gracias por

Esa endiablada culebra melódica que se mueve a través de los compases

Con una delicadeza y una destreza demoníaca y bella

Que bien tuvo dormiría cada noche el conde Hermann Carl Von Keyserlingk

Cuando su clavicordista Johann Gottlieb Goldberg tocaba esa medicina para el

insomnio que le entregó Bach a cambio de una copa de oro

Y 500 tálero, poco pago para tamaña belleza.

Que envidia no saber mover los dedos encima del marfil bicolor

Para martillear cada compás de las 32 variaciones

envidia

Por no cerrar la tapa del piano con un suspiro de satisfacción y salir en silencio

Dejando el sonido suspendido en el aire hasta que las ondas se diluyan eternas.

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